martes, 4 de abril de 2023

Ezequiel capítulo 9


Visión de la muerte de los culpables.


Introducción

Continuando con nuestro estudio del libro de Ezequiel, llegamos al capítulo 9, donde la sentencia sobre Jerusalén, y el abandono de la Gloria de Dios del templo se llevan a cabo. Dios no actúa a la ligera, Él es misericordioso, pero cuando la maldad llega al colmo, su juicio no se hace esperar.


Visión del castigo de Jerusalén.

Leamos los primeros dos versículos de este capítulo:

"Clamó en mis oídos con gran voz, diciendo: Los verdugos de la ciudad han llegado, y cada uno trae en su mano su instrumento para destruir. Y he aquí que seis varones venían del camino de la puerta de arriba que mira hacia el norte, y cada uno traía en su mano su instrumento para destruir. Y entre ellos había un varón vestido de lino, el cual traía a su cintura un tintero de escribano; y entrados, se pararon junto al altar de bronce." Ezequiel 9:1-2
Los verdugos de la ciudad que han llegado, se refiere a los ángeles que llevarían a cabo las instrucciones de Dios. El instrumento para destruir era un símbolo de guerra, que siempre destruye. Seis hombres (ángeles) armados para la batalla entraron en el templo, seguidos por un séptimo hombre que vestía ropas de lino, la vestidura del sacerdote. Este hombre llevaba un tintero de escribiente al cinto, el que, juntamente con la pluma y la tablilla de cera, formaban los útiles del escriba. (tomado de la Biblia de Estudio Siglo XXI)


La gloria Shekinah se preparó para abandonar el templo.

La palabra hebrea Shekinah, significa “La morada” y se refiere al lugar donde Dios se manifestaba en medio de su pueblo Israel. La presencia de la shekinah, era la señal manifiesta de la presencia de Dios en Israel.

"Y la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual había estado, al umbral de la casa; y llamó Jehová al varón vestido de lino, que tenía a su cintura el tintero de escribano, y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella." Ezequiel 9:3-4

Ezequiel observó cómo la gloria de Dios se alejaba del umbral del templo y se dirigía, a través de la puerta, hacia la montaña al este de la ciudad, probablemente el monte de los Olivos. (Ezequiel 11:23) Más tarde, en su visión de la ciudad restaurada, fue testigo del regreso de la gloria de Dios. (Ezequiel  43:2). El ángel con vestidura de lino, que portaba un tintero de escribano, recibe la orden de Dios, de pasar por en medio de la ciudad sellando en la frente, a los hombres que habían sido fieles a Él. Dios hace diferencia entre el justo y el impío, Él sabe quiénes le son fieles y obedientes y los salvará del castigo inminente. Esto de sellar, me hace recordar la visión del Apóstol Juan en Apocalipsis.

"Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios" Apocalipsis 7:2-3


La muerte de los culpables.

"Y a los otros dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad en pos de él, y matad; no perdone vuestro ojo, ni tengáis misericordia. Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo. Y les dijo: Contaminad la casa, y llenad los atrios de muertos; salid. Y salieron, y mataron en la ciudad." Ezequiel 9:5-7

A los que fueron infieles a Dios, siendo idólatras, y desobedientes a sus leyes, decretos y mandamientos; que hicieron toda clase de abominaciones, no obtuvieron misericordia, sino el castigo de su desvío. La instrucción de Dios a los ángeles, fue de destruir y matar a todos, viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, la sentencia fue clara, hasta que no quede ninguno. Solamente los que recibieron la señal en la frente, se salvarían de la matanza. La orden de matar inició en el templo, contaminándolo de muerte, luego continuaron en la ciudad.


¡Dios no está muerto!

Muchos piensan que, debido a la maldad en este mundo, Dios está muerto. Nada más lejos de la verdad. El pueblo de Israel tuvo ese mismo pensamiento y las consecuencias de su pecado los alcanzó. Continuemos con el relato bíblico de este capítulo 9.


"Aconteció que cuando ellos iban matando y quedé yo solo, me postré sobre mi rostro, y clamé y dije: ¡Ah, Señor Jehová! ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén?

Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, y la ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve. Así, pues, haré yo; mi ojo no perdonará, ni tendré misericordia; haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas.

Y he aquí que el varón vestido de lino, que tenía el tintero a su cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo lo que me mandaste." Ezequiel 9: 8-11

Los israelitas pensaron que Dios había abandonado la tierra, y que ya no veía. Este pensamiento los llevó al desenfreno, y a cometer abominaciones delante de Dios. Por lo tanto, Dios no les perdonó, ni tuvo de ellos misericordia; sino que, les dio el pago de las consecuencias de su mal camino. De igual manera hará el Señor con esta tierra, todos los que sin Dios en sus vidas, han andado desenfrenadamente en su vida, haciendo lo que les parece. 

El profeta clama al Señor, y pregunta ¿destruirás a todo el remanente de Israel derramando tu furor sobre Jerusalén? pero Dios no iba a efectuar una matanza indiscriminada, como tampoco era absoluta la apostasía, el pueblo de Dios iba a recibir una "marca" como seguridad. Esta marca era la "tav", la última letra del alfabeto hebreo, que tenía forma de cruz ("x" o "+") en la escritura hebrea primitiva, quizás como alusión prefigurada a la cruz de Jesucristo.

Posiblemente el profeta Ezequiel no comprendió todo lo que vio, a plenitud, pero transmitió el hecho de que la marca proporcionaba liberación. De conformidad con la tradición judia, la "tav" representaba la primera letra de la palabra hebrea tijyeh, que significaba "viviréis". La prefiguración de la cruz y de la obra de redención divina nos recuerda que, con frecuencia, los profetas hablaban más de lo que ellos mismos sabían. (Tomado de la Biblia de Estudio Siglo XXI)

Esta destrucción de los infieles a Dios, que no tenían su marca en la frente, me recuerda el relato de la noche de la Pascua. Cuando Dios instruyó a Moisés que pintaran con la sangre del cordero Pascual, los dinteles y postes de las puertas. De esta manera, Dios no dejaría que el ángel de la muerte entrara en aquella casa, y pasaría de largo aquellas casas marcadas con sangre.

"Y Moisés convocó a todos los ancianos de Israel, y les dijo: Sacad y tomaos corderos por vuestras familias, y sacrificad la pascua. 22 Y tomad un manojo de hisopo, y mojadlo en la sangre que estará en un lebrillo, y untad el dintel y los dos postes con la sangre que estará en el lebrillo; y ninguno de vosotros salga de las puertas de su casa hasta la mañana. 23 Porque Jehová pasará hiriendo a los egipcios; y cuando vea la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará Jehová aquella puerta, y no dejará entrar al heridor en vuestras casas para herir" Éxodo 12:21-23


Conclusión.

Todo lo que Dios habló por medio del profeta Ezequiel, se cumplirá. Debido a las abominaciones del pueblo israelí, vino la destrucción sobre ellos. La mortandad dentro del templo, profanó su santidad y la gloria de Dios lo abandona. Como a través de la historia, Dios rescata al remanente fiel, así como libró a Noé y su familia del diluvio, a Lot de la destrucción de Sodoma y Gomorra, a los hebreos en Egipto, y ahora al remanente del pueblo que fue marcado en sus frentes. En un futuro no muy lejano, a nosotros su iglesia, antes de que la gran tribulación venga sobre este mundo.

Próximamente, continuaremos con el estudio del Libro de Ezequiel, en su capítulo 10, hasta entonces que Dios les bendiga.