domingo, 19 de febrero de 2023

Ezequiel capítulo 3


El llamado profético de Ezequiel (final).


Introducción:

Continuamos en el estudio del Libro del Profeta Ezequiel. Anteriormente, habíamos estudiado el capítulo 2, quedamos cuando Ezequiel miraba el libro que se le presentaba delante de él, donde estaban escritos, por dentro y por fuera, "endechas y lamentaciones y ayes."

En esta oportunidad, vamos a estudiar el capítulo 3, parte final de "El llamado profético de Ezequiel". El capítulo inicia de la siguiente manera:

"Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel. Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo. Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel." Ezequiel 3:1-3

 

Preparación del profeta Ezequiel. 

En estos primeros tres versículos del capítulo 3, encontramos la preparación del profeta para la labor dura que se le iba a encomendar. Los cautivos habían escuchado de los falsos profetas, que ellos eran el pueblo de Dios, por lo tanto, no estarían mucho tiempo cautivos, sino que regresarían a su tierra, a Jerusalén y al templo. El mensaje que Ezequiel les daría, era totalmente contrario a eso. Basados en el libro del profeta Jeremías, el tiempo del cautiverio en Babilonia, sería de 70 años.

"Toda esta tierra será puesta en ruinas y en espanto; y servirán estas naciones al rey de Babilonia setenta años. Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre." Jeremías 25:11-12

Sin embargo, el profeta Daniel, recibe la correcta interpretación de esta profecía, la cual se trata de setenta semanas de años, en otras palabras cuatrocientos noventa años. (ver estudio de Daniel)

"Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos." Daniel 9:23-24

El texto de los primeros tres versículos, no son literales. Ezequiel no se comió un rollo (libro), esto se refiere a digerir la palabra de Dios, el mensaje que el Señor le iba a entregar, para capacitarle en la obra que le sería encomendada. Nadie puede llevar un mensaje divino, sin antes haber conocido y profundizado en las palabras que ha recibido. Ezequiel expresa que al comer el rollo, fue dulce a su boca, esto significa que amaba las palabras recibidas del Señor. Esta expresión me recuerda lo escrito por el salmista:

"¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca." Salmos 119:103

Continuando en el texto bíblico, veamos ahora los versículos cuatro y cinco:

"Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras. Porque no eres enviado a pueblo de habla profunda ni de lengua difícil, sino a la casa de Israel." Ezequiel 3:4-5

En estos dos versículos podemos apreciar que se le dice al profeta que no está siendo enviado a gente extraña, con una lengua que él no conoce; por el contrario, está siendo enviado a su propio pueblo, su gente, con el mismo lenguaje.  Nuevamente se usa la expresión "hijo de hombre" para referirse al profeta.

Sigamos leyendo el texto del capítulo 3, ahora los versículos seis y siete:

"No a muchos pueblos de habla profunda ni de lengua difícil, cuyas palabras no entiendas; y si a ellos te enviara, ellos te oyeran. Mas la casa de Israel no te querrá oír, porque no me quiere oír a mí; porque toda la casa de Israel es dura de frente y obstinada de corazón. " Ezequiel 3:6-7
Se reitera el hecho de que, Ezequiel no está siendo enviado como misionero a otros pueblos, con un lenguaje difícil de entender. Si así fuera el caso, esos pueblos escucharían el mensaje. Pero no era así, el profeta esta siendo enviado a su propio pueblo, y éste, por ser duro de corazón y cabeza, no escucharán el mensaje que el profeta les trae.

Dios fortalece a Ezequiel para enfrentar al pueblo.

Los versículos del ocho al once, nos hablan de la manera en que Dios fortalece a Ezequiel para enfrentar al pueblo:

"He aquí yo he hecho tu rostro fuerte contra los rostros de ellos, y tu frente fuerte contra sus frentes. Como diamante, más fuerte que pedernal he hecho tu frente; no los temas, ni tengas miedo delante de ellos, porque son casa rebelde. Y me dijo: Hijo de hombre, toma en tu corazón todas mis palabras que yo te hablaré, y oye con tus oídos. Y ve y entra a los cautivos, a los hijos de tu pueblo, y háblales y diles: Así ha dicho Jehová el Señor; escuchen, o dejen de escuchar." Ezequiel 3:8-11
Dios le da a Ezequiel un carácter terco y obstinado como el del pueblo, para que fuera persistente en su encomienda. Le da una fortaleza tal que la compara con el diamante, más fuerte que el pedernal. Le da también una valentía para enfrentar sin temor a una casa rebelde. Ezequiel es enviado a hablar y comunicar el mensaje que ha recibido. Ya sea que lo escuchen o no lo hagan, el mensaje tiene que ser promulgado.

"Y me levantó el Espíritu, y oí detrás de mí una voz de gran estruendo, que decía: Bendita sea la gloria de Jehová desde su lugar. Oí también el sonido de las alas de los seres vivientes que se juntaban la una con la otra, y el sonido de las ruedas delante de ellos, y sonido de gran estruendo. Me levantó, pues, el Espíritu, y me tomó; y fui en amargura, en la indignación de mi espíritu, pero la mano de Jehová era fuerte sobre mí. Y vine a los cautivos en Tel-abib, que moraban junto al río Quebar, y me senté donde ellos estaban sentados, y allí permanecí siete días atónito entre ellos." Ezequiel 3:12-15
El Espíritu fortalece al profeta y éste escucha el sonido del "carro de Jehová" (ver más detalles del carro de Jehová). Es llevado en amargura e indignación de su espíritu, pero fortalecido por el Señor, a los cautivos en Tel-abib, junto al río Quebar, aquí permanece durante siete días con ellos.

Ezequiel como centinela de su pueblo.

En la porción bíblica entre el versículo dieciséis y el veintiuno, encontramos esta división denominada, Ezequiel como centinela de su pueblo, o sea Atalaya (persona que avisaba del peligro).

"Y aconteció que al cabo de los siete días vino a mí palabra de Jehová, diciendo: Hijo de hombre, yo te he puesto por atalaya a la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás de mi parte. Cuando yo dijere al impío: De cierto morirás; y tú no le amonestares ni le hablares, para que el impío sea apercibido de su mal camino a fin de que viva, el impío morirá por su maldad, pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si tú amonestares al impío, y él no se convirtiere de su impiedad y de su mal camino, él morirá por su maldad, pero tú habrás librado tu alma. Si el justo se apartare de su justicia e hiciere maldad, y pusiere yo tropiezo delante de él, él morirá, porque tú no le amonestaste; en su pecado morirá, y sus justicias que había hecho no vendrán en memoria; pero su sangre demandaré de tu mano. Pero si al justo amonestares para que no peque, y no pecare, de cierto vivirá, porque fue amonestado; y tú habrás librado tu alma." Ezequiel 3:16-21
El ser centinela conlleva una gran responsabilidad. El atalaya tiene que permanecer atento, despierto, observando a lo lejos, si se acerca un peligro inminente. En caso afirmativo, debía dar aviso al pueblo, para que éste se apercibiera. Ezequiel es puesto por atalaya a la casa de Israel, Dios le dará palabras al profeta, y éste tendrá que transmitirlas íntegramente, al pueblo. Si falla en esta responsabilidad, Dios demandará del profeta, la sangre de los que mueran. A pesar de que ellos morirán a causa de su pecado, Dios le atribuye la responsabilidad al profeta de amonestarles. Si lo hace, y ellos persisten en su pecado, el profeta es libre de la sangre de ellos, aunque siempre morirán por sus pecados el profeta es libre de culpa. En la actualidad, todos nosotros que conocemos las Sagradas Escrituras, somos atalayas en este mundo. Jesús dijo que somos la sal y la luz del mundo, la sal preserva y sazona, pero la sal de nada sirve en el salero, tiene que estar en contacto con los alimentos. Como cristianos no somos llamados a alejarnos de las personas, sino del pecado. Debemos estar en contacto con los pecadores, para poder ejercer la influencia sazonadora y preservante de la sal. Jesús dijo;

"No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal." Juan 17:15
También los cristianos debemos ser luz en un mundo de tinieblas, no podemos esconder nuestra luz, debe de alumbrar a la humanidad. El escritor del libro "Perfil de un verdadero discípulo" J. Oswald Sanders, lo expresa de esta manera: "La sal representa la influencia secreta; la luz, en cambio, se destaca por ser el resplandor luminoso. La sal es la influencia inconsciente, la luz, la consciente. La sal significa dignidad interior, la luz, es el testimonio exterior." (pág. 33)

"Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos." Mateo 5:14-16

Señal de enmudecimiento de Ezequiel.

"Vino allí la mano de Jehová sobre mí, y me dijo: Levántate, y sal al campo, y allí hablaré contigo. Y me levanté y salí al campo; y he aquí que allí estaba la gloria de Jehová, como la gloria que había visto junto al río Quebar; y me postré sobre mi rostro. Entonces entró el Espíritu en mí y me afirmó sobre mis pies, y me habló, y me dijo: Entra, y enciérrate dentro de tu casa. Y tú, oh hijo de hombre, he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán, y no saldrás entre ellos. Y haré que se pegue tu lengua a tu paladar, y estarás mudo, y no serás a ellos varón que reprende; porque son casa rebelde. Mas cuando yo te hubiere hablado, abriré tu boca, y les dirás: Así ha dicho Jehová el Señor: El que oye, oiga; y el que no quiera oír, no oiga; porque casa rebelde son." Ezequiel 3:22-27

Ezequiel estuvo con el pueblo durante siete días, observando cuánto se había multiplicado su apostasía. Después de ese tiempo, Dios le pide que saliera al campo, donde el profeta vuelve a tener la experiencia de estar en la gloria de Jehová. Vemos luego que se le dice que, entre y se encierre dentro de la casa. La expresión "he aquí que pondrán sobre ti cuerdas, y con ellas te ligarán" se interpreta usualmente como que el enemigo ataría a Ezequiel para poder sacarlo de la casa. Sin embargo, él quería permanecer en esa casa y no saldría aunque lo hubieran atado. Ezequiel no iba a expresar nada según su parecer, o su propia opinión, sino solamente lo que recibiera del Señor, y lo expresaría diciendo: "Así ha dicho Jehová el Señor". El resto del tiempo, permanecería mudo.


Conclusión.

Ya hemos estudiado los primeros tres capítulos del Libro de Ezequiel, hasta aquí hemos abarcado el primer punto del bosquejo del libro, "El llamado profético de Ezequiel". Hemos estudiado la visión de la gloria de Dios, el llamamiento de Ezequiel, Ezequiel como centinela de su pueblo y la señal del enmudecimiento de Ezequiel. A partir del capítulo 4, estaremos estudiando el segundo tema del bosquejo, titulado: "Los mensajes proféticos relativos a Judá y Jerusalén, que abarcan los capítulos 4 al 24. 

Muchas gracias por seguir este estudio del Libro de Ezequiel. Por favor, deje sus comentarios, preguntas o inquietudes. Hasta la próxima publicación, ¡¡que Dios les bendiga!!

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