sábado, 9 de marzo de 2019

Apocalipsis 1:12-20 - La visión del Hijo del Hombre (2ª Parte)



La visión del Hijo del Hombre. (2ª Parte)



La visión

En el artículo anterior quedamos en el versículo 11 de este primer capítulo del libro de Apocalipsis. Dejamos a Juan narrando lo que escuchó decir a la voz con sonido de trompeta. Continuamos ahora en el versículo 12 y hasta el 20.
“Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.
Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve;sus ojos como llama de fuego; y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.
Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;
y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.” Apocalipsis 1:12-20

Los siete candeleros de oro


En el pasaje anterior encontramos a Juan, que al volverse para ver quién es el que le habla, ve siete candeleros de oro. Qué significan estos candeleros, como ya lo mencioné en anteriores entregas, la respuesta hay que buscarla en la misma Biblia. Lo que me emociona de Apocalipsis, es que nos obliga a escudriñar la Biblia, no podemos solamente leer Apocalipsis y tratar de entenderlo, sin forzosamente tener que ir a otros libros bíblicos para interpretar correctamente. En el libro de Éxodo, es donde encontramos por primera vez, la referencia al candelero de oro:
“Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado …
y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores." Éxodo 25:31-32,34


La menorah 

Este candelero o candelabro de oro, se le conoce en hebreo con el nombre de “menorah” y es uno de los símbolos universales del judaísmo. Lo encontramos en el escudo de la nación de Israel.
Jehová le mostró a Moisés el diseño del mismo y los artesanos judíos lo prepararon conforme a las instrucciones que Moisés les dio. Este candelabro se usó en el Tabernáculo, dentro del lugar Santo. Su propósito obvio, era proveer de luz al lugar Santo, pero también tiene simbolismo. El candelabro simboliza la luz que Jehová da a su pueblo, también representa la vida y prosperidad, instrucción a la sabiduría, la liberación y el bienestar que ésta da. También simboliza que andar en la luz es vivir conforme con la verdad y se identifica con Jesús que dijo: Yo soy la luz del mundo.

Significado de los siete brazos


Sus siete brazos representan los siete dones del espíritu de Dios ( sabiduría, inteligencia, consejo, poder, conocimiento y temor; el brazo central representa a Dios). También los siete brazos hacen referencia a los días de la creación y la verdad de Dios iluminando al mundo. Finalmente, el oro representa la Deidad de Dios, su Eternidad, Inmutabilidad y Santidad.

Siete candeleros, siete iglesias

Volviendo a la visión de Juan, encontramos que hay siete candeleros; nuevamente un número simbólico, dando a entender que es la luz completa, íntegra de Jesucristo. También, como el mismo pasaje lo aclara, estos siete candeleros representan a la iglesia (siete épocas de la iglesia durante la dispensación de la gracia), así como el candelero alumbra, la iglesia tiene el llamado a ser la luz del mundo por medio del evangelio. En medio de esta luz que emana de los siete candeleros, Juan ve a Jesús y lo describe como semejante al Hijo del Hombre. La expresión Hijo del Hombre aparece en el Nuevo Testamento en referencia a Jesús el Cristo. Primeramente los cuatro evangelistas lo mencionan, luego el escritor de Hebreos y finalmente en Apocalipsis. Por lo tanto, Juan nos esta reafirmando que se trata de Jesús.

Aspecto del Hijo del Hombre

Juan describe la vestimenta de Jesús, la cual es semejante a la descrita por el Pentateuco (Torá) en relación con el traje del sumo sacerdote levítico. Recordemos lo que el escritor de Hebreos escribe sobre el sacerdocio de Jesús:
“Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.” Hebreos 4:14
Por lo tanto, Jesús se muestra ante Juan, como el Gran Sumo Sacerdote de Dios, en medio de las iglesias. Esta es una gran estampa, de lo que Jesús es para nosotros y la iglesia, nuestro Sumo Sacerdote que juzga, evalúa y observa a las iglesias y su labor en la tierra como faros de luz.

El Anciano de Días

Pasemos ahora al versículo 14, Juan describe físicamente a Jesús y su descripción nos lleva al libro de Daniel, donde el profeta describe a Dios.
“Estuve mirando hasta que fueron puestos tronos, y se sentó un Anciano de días, cuyo vestido era blanco como la nieve, y el pelo de su cabeza como lana limpia; su trono llama de fuego, y las ruedas del mismo, fuego ardiente.” Daniel 7:9
Daniel mira un Anciano de Días, y lo describe al igual que Juan, describe a Jesús. Ambos describen su cabeza con cabellos blancos como la lana. Jesús dijo que él y el Padre eran uno, por lo tanto denota la eternidad de Jesús. La referencia a que sus ojos son como llama de fuego, implica el escrutinio que el Señor hace de nosotros, su conocimiento perfecto y su discernimiento infalible. No lo puedo ver como algo literal, sino simbólicamente una mirada penetrante.

Pies de bronce bruñido

Continuando con el pasaje, Juan nos describe los pies del Señor, semejantes a bronce bruñido y refulgentes como en un horno. En la Biblia el bronce es símbolo de juicio, recordemos la serpiente de bronce que hizo Moisés en el desierto. Por lo tanto, los pies de bronce del Señor denotan que Él juzga a su pueblo (la iglesia). Finalmente se refiere a su voz como estruendo de muchas aguas, una voz de autoridad, la voz que en la creación dijo y fue hecho. La voz que ordenó el universo y le dio origen. Esa voz que nos llamará y los muertos resucitarán de sus tumbas y los vivos seremos reunidos y transformados ante su presencia.

Las siete estrellas en su diestra y la espada de doble filo

El versículo 16 nos describe que el Señor tenía en su diestra siete estrellas, y que de su boca salía una espada aguda de dos filos. Nuevamente, tenemos que interpretar esto a la luz de la Biblia.
“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.” Hebreos 4:12
Vemos en el texto anterior, que el escritor de Hebreos, asemeja la Palabra de Dios, con una espada de dos filos, así que, podemos interpretar que Juan se refiere a esto como la espada de dos filos que salía de la boca del Señor. En cuanto a las estrellas, el mismo texto nos aclara que se trata de los ángeles de las iglesias. Esto es interpretado por algunos eruditos como los pastores de las iglesias, pero también se puede pensar en que Dios tiene ángeles en las iglesias.

El rostro de Jesús

Juan relata que el rostro de Jesús era como el sol resplandeciente en su fuerza. Esto me hace recordar el relato de los evangelios cuando Jesús se transfiguró delante de Pedro, Juan y Jacobo.
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan su hermano, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz.” Mateo 17:1-2


El primero y el último

Ahora Juan cae como muerto a los pies de Cristo. Jesús pone su mano derecha sobre Juan y le dice:
“No temas; yo soy el primero y el último, el que vive. Estuve muerto, y he aquí que vivo por los siglos de los siglos. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. Así que, escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas. En cuanto al misterio de las siete estrellas que has visto en mi mano derecha, y de los siete candeleros de oro: Las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros son las siete iglesias.” Apocalipsis 1:17b-20 (RVA SigloXXI)
Analicemos el texto anterior. Primero, Jesús reafirma de sí mismo que estuvo muerto, pero que ahora vive por los siglos de los siglos, expresión que denota su eternidad. También Jesús aclara su autoridad sobre la muerte y el Hades. Entiéndase aquí Hades, como el lugar de los muertos (reino de los muertos). Seguidamente, expresa lo que ya he mencionado que es la clave para la interpretación del libro, “escribe las cosas que has visto” , la visión del Hijo del Hombre que se le ha mostrado. “Las que son”, el mensaje a las siete iglesias existentes en ese momento en Asia. “Las que han de ser después de éstas”, los acontecimientos descritos a partir del capítulo 4 del libro, los cuales son proféticos y se refieren a los últimos tiempos, la ira de Dios sobre la Tierra y el juicio sobre la humanidad.
Aquí termina el primer capítulo 1. Próximamente estaremos iniciando el estudio de los mensajes a las siete iglesias.
Gracias por su atención y seguimiento a este estudio del libro de Apocalipsis. Hasta la próxima.

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