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viernes, 24 de abril de 2020

Daniel capítulo 4

La locura de Nabucodonosor


Introducción

En este capítulo cuatro del libro de Daniel, encontramos al rey de Babilonia narrando un acontecimiento de su vida. Esta narrativa en forma de proclamación, trata de la serie de acontecimientos que tuvieron lugar en la vida de Nabucodonosor, donde sufrió una humillación por intervención divina. Algunos cuestionan que esta proclamación haya venido directamente del rey, ya que consideran que un rey tan arrogante y orgulloso, que se mandó a erigir una estatua de oro de sí mismo; fuera capaz de narrar su propia humillación. Sin embargo, nada es imposible para Dios y perfectamente Él pudo cambiar el corazón de este rey soberbio. El caso es que el libro presenta este capítulo cuarto, como una carta enviada por el rey a todo su imperio, exaltando y alabando al Dios Altísimo.

La proclamación de Nabucodonosor

"Nabucodonosor rey, a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. Conviene que yo declare las señales y milagros que el Dios Altísimo ha hecho conmigo. ¡Cuán grandes son sus señales, y cuán potentes sus maravillas! Su reino, reino sempiterno, y su señorío de generación en generación." Daniel 4:1-3
En el texto Nabucodonosor se identifica como el rey, y dirige su proclamación a todos los pueblos, naciones y lenguas que moran en toda la tierra. En otras palabra a todo su imperio, deseándoles: Paz os sea multiplicada. Imagino la cara de asombro de todos los que escucharon este saludo, viniendo de Nabucodonosor, pareciera algo increíble.

Nabucodonosor relata su sueño

"Yo Nabucodonosor estaba tranquilo en mi casa, y floreciente en mi palacio. Vi un sueño que me espantó, y tendido en cama, las imaginaciones y visiones de mi cabeza me turbaron. Por esto mandé que vinieran delante de mí todos los sabios de Babilonia, para que me mostrasen la interpretación del sueño. Y vinieron magos, astrólogos, caldeos y adivinos, y les dije el sueño, pero no me pudieron mostrar su interpretación, hasta que entró delante de mí Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, como el nombre de mi dios, y en quien mora el espíritu de los dioses santos. Conté delante de él el sueño, diciendo: Beltsasar, jefe de los magos, ya que he entendido que hay en ti espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se te esconde, declárame las visiones de mi sueño que he visto, y su interpretación. Estas fueron las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama: Me parecía ver en medio de la tierra un árbol, cuya altura era grande. Crecía este árbol, y se hacía fuerte, y su copa llegaba hasta el cielo, y se le alcanzaba a ver desde todos los confines de la tierra. Su follaje era hermoso y su fruto abundante, y había en él alimento para todos. Debajo de él se ponían a la sombra las bestias del campo, y en sus ramas hacían morada las aves del cielo, y se mantenía de él toda carne. Vi en las visiones de mi cabeza mientras estaba en mi cama, que he aquí un vigilante y santo descendía del cielo. Y clamaba fuertemente y decía así: Derribad el árbol, y cortad sus ramas, quitadle el follaje, y dispersad su fruto; váyanse las bestias que están debajo de él, y las aves de sus ramas. Mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce entre la hierba del campo; sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias sea su parte entre la hierba de la tierra. Su corazón de hombre sea cambiado, y le sea dado corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. La sentencia es por decreto de los vigilantes, y por dicho de los santos la resolución, para que conozcan los vivientes que el Altísimo gobierna el reino de los hombres, y que a quien él quiere lo da, y constituye sobre él al más bajo de los hombres. Yo el rey Nabucodonosor he visto este sueño. Tú, pues, Beltsasar, dirás la interpretación de él, porque todos los sabios de mi reino no han podido mostrarme su interpretación; mas tú puedes, porque mora en ti el espíritu de los dioses santos." Daniel 4:4-18
 Nuevamente encontramos a Nabucodonosor, turbado por un sueño que tuvo, el cual lo espantó. Al igual que con el sueño de la estatua, manda a llamar a todos los sabios de Babilonia, para que interpretaran su sueño. Nuevamente, los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, a pesar de que esta vez si se les dijo el sueño, fallaron a la hora de dar su interpretación. El relato bíblico no lo dice, pero creo que Dios intervino en esto, para que los supuestos magos no dieran al rey una interpretación falsa. Daniel aparece en escena, y el rey reconoce que en Daniel está el espíritu de los dioses santos, y que ningún misterio se le esconde. Le cuenta a Daniel el sueño y éste le da su interpretación.

La interpretación del sueño de Nabucodonosor

"Entonces Daniel, cuyo nombre era Beltsasar, quedó atónito casi una hora, y sus pensamientos lo turbaban. El rey habló y dijo: Beltsasar, no te turben ni el sueño ni su interpretación. Beltsasar respondió y dijo: Señor mío, el sueño sea para tus enemigos, y su interpretación para los que mal te quieren. El árbol que viste, que crecía y se hacía fuerte, y cuya copa llegaba hasta el cielo, y que se veía desde todos los confines de la tierra, cuyo follaje era hermoso, y su fruto abundante, y en que había alimento para todos, debajo del cual moraban las bestias del campo, y en cuyas ramas anidaban las aves del cielo, tú mismo eres, oh rey, que creciste y te hiciste fuerte, pues creció tu grandeza y ha llegado hasta el cielo, y tu dominio hasta los confines de la tierra. Y en cuanto a lo que vio el rey, un vigilante y santo que descendía del cielo y decía: Cortad el árbol y destruidlo; mas la cepa de sus raíces dejaréis en la tierra, con atadura de hierro y de bronce en la hierba del campo; y sea mojado con el rocío del cielo, y con las bestias del campo sea su parte, hasta que pasen sobre él siete tiempos" Daniel 4:19-23
Notamos en el texto anterior, que el asunto toma a Daniel por sorpresa y lo deja atónito. Por espacio de casi una hora, Daniel está turbado en sus pensamientos, el relato no lo dice, pero creo que él estaba orando, esperando que Dios le diera una respuesta para el rey.  Nabucodonosor percibe el estado abrumado de Daniel, pero Daniel comienza diciendo que su anhelo es que el sueño se aplique a los enemigos más que al rey mismo. Seguidamente, Daniel da su interpretación, al igual que la imagen del sueño del capítulo dos, el árbol representa al mismo rey Nabucodonosor y la forma en que éste amplio su imperio. La orden de derribar el árbol era profetizando una demencia temporal del rey conocida como licantropía, donde el que la padece, cree ser un animal.

La sentencia del Altísimo


"esta es la interpretación, oh rey, y la sentencia del Altísimo, que ha venido sobre mi señor el rey: Que te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna." Daniel 4:24-26

La interpretación sobre la demencia del rey, es expresada por Daniel; el rey será echado de su palacio y habitará con las bestias del campo y comerá hierba como los bueyes. El rocío del cielo lo bañará y su estado permanecerá hasta pasados siete tiempos. No está claro que tipo de tiempo es este, ¿siete semanas, siete meses, siete años? no se sabe con certeza ya que la Biblia utiliza este vocablo para referirse a temporadas, periodos y años. Lo importante no es a cuánto tiempo equivale, sino el hecho de que era el tiempo preciso determinado por Dios. Recordemos que el número siete en la Biblia, significa completo. Por lo tanto, los siete tiempos corresponde al tiempo que Dios determinó,  para que la obra en Nabucodonosor fuera completa. Daniel le confirma al rey que su reino permanecerá para él a pesar de lo acontecido, esto es lo que la cepa del árbol con atadura de hierro y bronce significaba.

Cumplimiento de la profecía

Por tanto, oh rey, acepta mi consejo: tus pecados redime con justicia, y tus iniquidades haciendo misericordias para con los oprimidos, pues tal vez será eso una prolongación de tu tranquilidad. Todo esto vino sobre el rey Nabucodonosor. Al cabo de doce meses, paseando en el palacio real de Babilonia, habló el rey y dijo: ¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué para casa real con la fuerza de mi poder, y para gloria de mi majestad? Aún estaba la palabra en la boca del rey, cuando vino una voz del cielo: A ti se te dice, rey Nabucodonosor: El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere." Daniel 4:27-32

Daniel aconseja al rey de Babilonia redimir sus pecados, haciendo justicia, redimir sus iniquidades, haciendo misericordias para con los oprimidos. Un año después, estando el rey paseándose por su palacio y observando toda su grandeza; no dio gloria y honra al Dios del cielo, por todo lo que le había dado. En su lugar, su soberbia le hizo creer que todo eso era fruto de sí mismo, expresando que lo había edificado con la fuerza de su poder, y la gloria de su majestad. Esta arrogancia y soberbia, hizo que de inmediato, viniera de parte de Dios la sentencia:

"El reino ha sido quitado de ti; y de entre los hombres te arrojarán, y con las bestias del campo será tu habitación, y como a los bueyes te apacentarán; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que reconozcas que el Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres, y lo da a quien él quiere. En la misma hora se cumplió la palabra sobre Nabucodonosor, y fue echado de entre los hombres; y comía hierba como los bueyes, y su cuerpo se mojaba con el rocío del cielo, hasta que su pelo creció como plumas de águila, y sus uñas como las de las aves." Daniel 4:31b-33

Nabucodonosor es restaurado en su trono

"Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida." Daniel 4:34-36


Después de pasado los siete tiempos establecidos por Dios, Nabucodonosor alzó sus ojos al cielo, humillándose ante la majestad de Dios. De su boca salió bendición para Dios, le adora reconociendo gloria y eternidad y además su soberanía sobre la tierra y la eternidad de su reinado. Este acto de humildad y reconocimiento ante Dios, le es reconocida y Dios lo restaura a su trono y le da mayor grandeza que la que tenía.


Nabucodonosor reconoce la soberanía de Dios


Finalmente, llegamos al último versículo de este capítulo cuatro de Daniel. Aquí encontramos a un Nabucodonosor que fue humillado por Dios, que pasó un periodo de tiempo habitando con las bestias y que al final reconoció que toda la grandeza que tenía, le había sido dado por el Rey del cielo.

"Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia." Daniel 4:37

Conclusión

De acuerdo con el relato que hemos analizado en este capítulo cuatro del libro del profeta Daniel, encontramos que, un rey tan poderoso y temido como Nabucodonosor, tuvo que dejar de lado su soberbia y reconocer, que sin Dios, nada somos. La arrogancia de este rey, lo hizo pensar que todo lo que había logrado, había sido por sus propios medios.  Pero al final tuvo que reconocer que todo había venido del Dios del cielo. Lamentablemente, hoy día, hay muchos que se creen merecedores de todo lo que tienen. Creen que lo han logrado por sus propios medios y no reconocen ni agradecen nada a Dios. Nuestra salud y fortaleza vienen de Dios, todo lo que tenemos, sea mucho o sea poco ha venido de Dios. Reconócelo y recibirás, al igual que Nabucodonosor, mayores bendiciones.

Para la próxima publicación, estaremos estudiando el capítulo quinto de Daniel. Aquí vamos a ver, el motivo por el cual Dios quita de Babilonia su imperio y lo da a los Medos y Persas. Hasta entonces, bendiciones!